martes, 13 de mayo de 2014

Y ojalá algún día me entere de que te acostaste pensando en mi.

Y me imagino que me ves cruzando la acera desde tu coche, es de noche y yo no podía saber que el que paró para dejarme paso era el tuyo. Crees que puedes adivinar qué canción canturreo, esa que te enseñé yo y que cuando suena en tu móvil sin querer se te hace imposible no acordarte directamente del momento en que te la di a conocer. Además, me ves con el pelo suelo pero no liso, a ti te gustaba así, pero eso te indica que no vengo de ver a alguien que me guste, simplemente a clases de matemáticas, que sabías que no necesitaba, pero como soy tan vaga me ayudaban a mejorar mi nota, y te ríes, porque entonces recuerdas lo avispada que era y te hace gracia que supiese sacarte de tus casillas tan ingeniosamente agradable. Y mi sonrisa, justo ahora te viene a la memoria lo mucho que te gustaba que te picase, porque eso me hacía reír, y eso mostraba mi amplia boca abierta, mostrando mis dientes colocados y blancos, esperado a que me la cerraras de un beso. ¡¡¡¡PIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!!!!
Continuas el viaje de vuelta a casa en ese coche que te había prestado tu tío a cambio de un verano ayudándole. El mismo verano que me conociste, aunque de sorpresa y un poco embarazoso, te había encantado la forma en que nos conocimos.
Pasas por las calles por las que habíamos caminado tantas veces de la medio cojidos de la mano. Ambos queríamos agarrarnos y no soltarnos jamás, pero también teníamos miedo de que agarrar significase acabar soltando, asíque andábamos sosteniendonos por un par de dedos cuando no veíamos a nadie por la calle.
Y llegas a tu casa, mil sonrisas recordaban ese portal tras haber pasado un rato conmigo, y pasabas a tu habitación directamente para caer rendido sobre la cama o sentado en el sillón en dirección a la ventana, a veces encendías la música y cerrabas los ojos. Daba igual, el caso era dejar de pensar y seguir sonriendo.
Pero en lugar de eso, te metes en la cocina, saludas a los que andan por allí y avisas que no te pongan plato para la cena. Tu madre sabe lo que significa: todavía no has superado lo que sentías por mi. Sales a tu patio, ya no quieres pensar más en mi, enciendes una lucecita que hay en la pared de donde cuelga una hamaca. Y te tumbas, pones cualquier canción en el móvil y sin mirar las notificaciones, tratas de dormir.


Tú no me vas a decir que me echas de menos, y yo, todo esto no lo voy a saber nunca, pero nos debemos más besos de los que se pueden dar.
Y ojalá algún día me entere de que te acostaste pensando en mi.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Qué tal lo ves?